Las madres biológicas ofrecen el regalo de la vida. Sin embargo, algunas veces y por diversas razones, no pueden criar a sus hijos. Por eso existe la bendición de las mamás y los papás adoptivos, a quienes se les concede la dicha de un hijo por adopción. Los hijos adoptivos no son diferentes de los biológicos, pues crecen, comen, duermen, respiran y practican deportes. Tienen días buenos y malos, al igual que todos los demás. A pesar de eso, tanto los que adoptan como los adoptados pueden recibir abundante gozo y satisfacción.