En los últimos años, las ciudades y los suburbios se han hecho más grandes y densamente poblados. Antes, los bordes de las carreteras de estas zonas estaban cubiertos en su mayoría por vegetación y superficies naturales. Pero ahora son sustituidos día a día por infraestructuras impermeables. La ausencia de estas superficies naturales y los obstáculos creados por el hombre han dejado a las ciudades con el reto de aumentar el volumen de escorrentía durante la temporada de lluvias, lo que resulta en un grave anegamiento. Debido a este encharcamiento, el pavimento se enfrenta a una gran presión hidráulica, especialmente durante el desplazamiento de la carga de las ruedas. Este agua constante en el pavimento tiene un impacto peligroso en el pavimento flexible, lo que provoca el desprendimiento del betún y la destrucción de la unión entre el árido y el betún.