El Evangelio es Poder para Servir. Estando en juicio por su vida, Jesús le dijo a Poncio Pilato: "Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba" (Juan 19:11). Estas palabras de Jesús dicen mucho al cristiano sobre la naturaleza del estado nación y su relación con el Reino de Dios, como Willem J. Ouweneel lo explica hábilmente.
¿Qué es el Reino? "El reino de Dios no consiste en palabras (palabras vacías), sino en poder" (1 Cor. 4:20). ¿Y dónde encontramos este Reino? Ya durante su ministerio terrenal, Jesús les dijo a sus oponentes: "Si yo expulso los demonios por el Espíritu de Dios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a vosotros" (Mateo 12:28). Es decir, donde se manifiesta el poder del Reino, allí ha llegado el Reino mismo. En algunos países, la presencia del poder del Reino se manifiesta en la persecución y la muerte.
"¿De quién son los hijos, después de todo?" Los niños cristianos en Quebec han sido puestos en un "corredor de la muerte" espiritual. El Tribunal de Apelación de Quebec ha otorgado al gobierno de Quebec la autoridad para adoctrinar a los niños cristianos que asisten a instituciones de enseñanza cristianas. La separación entre la iglesia y el estado ha sido eliminada por el estado. Ahora, el estado determinará la naturaleza de la verdad. El humanismo secular ha sido elevado a la categoría de religión del estado. ¿El resultado? El estado se ha arrogado la autoridad y el derecho legal de los padres para formar y moldear el corazón y la mente del niño.
Este acaparamiento de poder plantea preguntas fundamentales: ¿De quién son los hijos, después de todo? Las respuestas que ofrece el estado son profundamente inquietantes. Por un lado, el estado le dice a una madre embarazada: "Es tu cuerpo; haz con el niño lo que consideres". Pero una vez que el niño ha nacido, ha sido criado por padres cristianos y enseñado en valores cristianos, el estado entonces dicta: "Sí, tú cambiaste los pañales del niño, lo alimentaste, lo vestiste y lo cuidaste. Pero nosotros, el estado, ahora adoctrinaremos al niño con nuestra religión".
Todo lo cual nos lleva a la pregunta: ¿A quién debemos obedecer ahora, a Dios o al estado?
